Cada vez que despertaba, notaba que cada día se diluía en un mar de realidades, y que un remordimiento navegaba entre esas olas de verdades solamente con el ánimo de llegar al nacarado reflejo de los sueños.
Cada vez que despertaba, sentía que algo tiraba de mi voluntad presentándome la parte más real de mis circunstancias, y que solamente la música hacía una pequeña hendidura en esa coraza, y lograba que un pensamiento la traspasase para evocar letras.
Cada vez que despertaba, echaba de menos tantos poemas, tantas rimas, a tantos de vosotros…
Cada vez que soñaba, lo hacía con un patio del sur lleno de flores y su aroma que colmaba mi alma cuando leía sus letras, patio repleto de sentimientos queriendo explotar de alguna forma, blancas paredes que encierran el reflejo de esas pasiones contenidas, un deseo por cada estrella, miles de deseos atrapados en un tiempo sin movimiento para que no se echen a perder, para cumplirse en el siguiente segundo de ilusiones.
Cada vez que soñaba, lo hacía con playas de suspiros a 9110 kilómetros de aquí, al otro lado del mundo, que acariciaban mis pies cuando leía sus letras, a cada paso un torbellino de palabras que no entendía como podían expresar de forma tan exacta lo que alguna vez yo había sentido, miméticos corazones en un océano de distancias, rimas medidas en palpitaciones con cálidas caricias en sus palabras y con frías nadas en el silencio que queda entre sus líneas, silencio roto únicamente por el dulce eco de sus suspiros.
Cada vez que soñaba, lo hacía con el humo que se colaba por cada poro de mi piel cuando leía sus letras, esa nicotina que fluía por mis venas nublando mi mente haciendo que nada más existiera, solamente letras de vaho gris danzando a cámara lenta frente a mis ojos, como si el tiempo no tuviera relojes para crecer.
Cada vez que soñaba, lo hacía con las flores que nacían su corazón cada vez que leía sus letras, con su espíritu calmado después de una tormenta del que brotaban poemas, haikus, baladas que te atrapaban el alma para limpiarla de materialidades, y ataviarla con las gotas de fresco rocío de sus palabras y su dulce aliento de ninfa de los bosques.
Cada vez que soñaba, lo hacía con tantas cosas…
Lo hacía con esos tintineos mágicos de una luciérnaga enamorada.
Lo hacía con cerrar los ojos y hacer el amor solamente con las letras, con sentir esas sensaciones.
Lo hacía con exprimir uno a uno los versos, para sentir algo más que palabras.
Lo hacía con deshojar ese laurel de realidades, con girar esa rueda de verdades con radios de deseos.
Lo hacía con esa montaña de nacaradas letras, todas con esencia.
Lo hacía con el suspiro de un ángel convertido en paloma.
Lo hacía con esos cuadros que te gritan, que te acunan, que te sonríen, que te lloran, que te llevan a volar entre las estrellas.
Lo hacía con esas fotografías de otra vida, de otros tiempos, de otras realidades, de casas, de montañas, de calles, de madreselvas.
Lo hacía con el hermoso y placentero espacio que hay entre la poesía y la prosa.
Por eso regresé, porque cada vez que soñaba lo hacía con todas esas letras.
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If You want me (Marketa Irglova)
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"Palabras de otros"
Hace 11 horas