Sé que los deseos, al final, se cumplen, o por lo menos esa es mi esperanza.
Deseo que un día, al despertarme, me haya convertido en una gota de rocío.
Sería una vida tan corta como el recorrido que existe entre el pétalo de una flor y el suelo que la alimenta.
Cuando llegara al suelo iría directamente al cielo de las gotas de rocío, para esperar allí hasta que otra noche empice a renacer para continuar siendo una gota de rocío.
Quien fuera como esa gota de rocío que cada mañana, con su caricia, se desliza y recorre ese infinito camino entre tu rostro y el suelo, para morir a tus pies. Y de nuevo, a la mañana siguiente, surgir de entre las tinieblas para que al amanecer me dejes morir de nuevo.
Quizás un día, el dios de las gotas de rocío, me conceda el deseo de que, cuando ya haya besado tu mejilla y me esté precipitando por el vacío, acerques tu mano y choque contra ella.
Me rompería en cientos de minúsculas gotitas que, por un segundo, habrías salvado de la muerte, para aplazarla y endulzarla con tu suavidad.
Me quedaría quieto, aferrándome a tu piel con cada uno de mis múltiples YO.
Cada parte de mí notaría una parte de tí.
Estaría en tus dedos, en tu muñeca, con mucha suerte, llegaría hasta tu brazo, y sería un verdadero milagro si pudiera llegar a tu vientre.
Alguna de esas cientos de gotitas mías, se evaporarían al tocar tu piel.
Serían las más pequeñas y frágiles.
Desaparecerían como un atómico vapor impregnado con tu esencia.
Esas partes de mí convertidas en vapor van directamente a nuestro cielo, porque nunca caen al suelo.
El resto de mí estaría pegado a ti.
Poco a poco me adentraría en tu piel.
Lo haría lenta y dulcemente, sabiendo que al final también moriré, pero siendo la gota de rocío más feliz de mi mundo y de mi cielo.
Al final, formaría parte de ti un solo momento, que me parecería un suspiro que soñaría en volver a suspirar.
Luego, todo se acabaría.
Todo esto que te he contado se cumplió.
Ahora, como todas las noches desde que me convertí en una gota de rocío nocturna, estoy en el cielo de las gotas de rocío, nuestro cielo.
Aquí, si una gota de rocío piensa con todas sus cristalinas fuerzas en un deseo, al final, puede que el dios de las gotas de rocío se lo conceda.
Así que, como siempre, estoy pensando en ti.
Deseo que llegue otra noche que después de una flor no haya ninguna otra flor por la que deslizarme, sino que caiga por un oscuro agujero, largo y frío, casi eterno.
Deseo con todas mis fuerzas que en el otro extremo del agujero despunte el amanecer y abra mis ojos, de gota de rocío, en tu mejilla.
Entonces, pediré de nuevo al dios de las gotas de rocío, mi dios, que una noche choque contra tu mano.....
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La gota de rocío (Silvio Rodríguez)
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"Trazos"
Hace 1 semana